“Sembrando semillas de cambio: Niños scouts como guardianes del medio ambiente”

Tres silbatazos fuertes… el grito alegre que llama ¡Manada, manada!… y a la respuesta ¡Scouts siempre listos!, los niños que conforman el grupo de zagales se disponen para iniciar el programa de la tarde.

El movimiento Scout por naturaleza enfatiza en los valores propios de nuestra espiritualidad “franciscana – amigoniana” ya que el patrono del movimiento es “Francisco de Asís” y un emblema muy importante para la “Manada” de lobatos, es la metáfora que surge de la florecilla de San Francisco y el lobo.

Mientras estuve compartiendo vida y misión en el Colegio Sagrada Familia de Chiquimula, Guatemala, tuve la oportunidad de activar el Grupo scout #62 “Padre Luis Amigó”. El movimiento ofrece la oportunidad de integrar la formación de Zagales y las destrezas Scout, convirtiéndose en una experiencia muy significativa para los niños y jóvenes que participaban del mismo.

Una particularidad del movimiento es que es un espacio donde no se utilizan las tecnologías y donde se puede conectar con la naturaleza y con los hermanos por medio del juego, los retos y la aventura; un principio del movimiento es que una como líder del mismo ha de involucrarse en todo lo que hacen los chicos; no se es un observador o alguien “que manda” sino, al ejemplo de Jesús, sirve y se involucra, aspecto que es bastante significativo para los niños; se evidencia que es una experiencia valiosa para ellos en expresiones como: ¡Esto es lo mejor que me ha pasado en mi vida! ¡Las hermanas van primero entonces sí me animo a seguir! Los niños interpretan e interiorizan que el líder es quien sirve, quien va primero y el que impacta con el ejemplo.

Tanto los miembros del movimiento scout como los que no forman parte, reciben pinceladas de la filosofía del movimiento, ya que el hecho de activar un grupo como estos impacta a toda la comunidad educativa, logrando que los estudiantes en general se fascinen por su entorno natural, “Se enamoren de él” ,esto por medio de la participación en campamentos, jornadas de reforestación, días de contemplación de la naturaleza en entornos campestres y convivencias donde el disfrute y la alegría son innegables, sembrando en ellos la conciencia de que en la naturaleza se nos revelan las distintas dimensiones de Dios.

Tanto a los niños del movimiento como a los jóvenes del colegio, se les va sembrando la semilla y la conciencia del “cambio de chip” no haciendo actividades por hacerlas, si no empezando desde lo pequeño, concientizando que todos, scouts y no scouts “Estamos llamados a dejar el mundo mejor que como lo encontramos” y convencerlos desde acciones concretas y pequeñas como por ejemplo “Soy el cambio, deposito la basura en su lugar” y al lograr esa acción pequeña pero importante, se continúa con acciones más complejas como separar los tipos desechos.

Organizando a los estudiantes, por grados, para que ayuden al personal de mantenimiento a revisar cómo están separados los desechos, topándose con lo desagradable que puede ser cuando estos no están separados adecuadamente,  se va generando la conciencia de que toda acción pequeña o grande repercute positiva o negativamente en la casa común.

Es así como, desde el aprendizaje significativo que brota de la filosofía Scout aunado a la pedagogía amigoniana, se va logrando progresivamente “la conversión ecológica” y los jóvenes y niños son capaces de exportar estos saberes a casa y replicar el cambio.

Actualmente me encuentro en el Colegio Pedro de Betancourt, Totonicapán, y voy haciendo camino para activar de nuevo el movimiento. Estoy encargada de JUVAM y, si bien es cierto que propicio fomentar este espíritu de encuentro con la naturaleza y de concientizar en los valores propios de la Laudato Si, poco a poco se va preparando el terreno para que los jóvenes y niños, en conjunto con los docentes y la comunidad de hermanas, logremos ir por la vía de la “conversión ecológica” y la vivencia progresiva de una “Ecología Integral”.

Cabe destacar que, tanto el Colegio Sagrada Familia de Chiquimula (donde tuve la oportunidad de gestar esta experiencia) como el Colegio Pedro de Bethancourt han sido reconocidos con el galardón de Bandera Verde Ecológica que otorga la Municipalidad de la Ciudad de Guatemala y la Cámara del Comercio de Guatemala. Se trabaja también en ambas instituciones en conjunto con la Oficina de Derechos Humanos de la Arquidiócesis de Guatemala para profundizar en la “Laudato Si” y brindar  experiencias que acuerpan y motivan esta misión de “Sembrar semillas de cambio en niños y jóvenes que se convierten en guardianes del medio ambiente”.

Hna. Sheny María Fajardo Méndez


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