Mística, profecía y testimonio, tres palabras claves con las que inicia el texto del Horizonte Inspirador y que considero que han de ser los pilares de nuestra vida consagrada hoy. Como jóvenes consagrados es probable que a veces nos haga algo de “ruido” la palabra mística. Se trata de un término más o menos distante de nuestra época y que, por ese mismo motivo, pareciese un tanto difícil despertar el interés en los jóvenes religiosos. Sin embargo, no es tan complejo como pensamos; tiene mucha relación con la espiritualidad y con la contemplación. Ahora bien, contemplar es una gracia, un don del Espíritu, de la Ruah de Dios que nace en la oración y nos hace capaces de descubrirlo en todo y en todos. Esta es una verdad que Francisco de Asís supo vivir y por eso se dice de él que era “ya no solo orante, sino oración” (2 Celano, 24-25. Sobre la oración de San Francisco), todo él contemplación. ¿Cuál fue su secreto? Dejarse abrazar por el amor misericordioso de Dios Padre y saberse (y también sentirse) hijo y hermano de toda la creación y, en ella, está naturalmente incluido el ser humano. Qué bueno sería unirnos a Francisco y cantar: ¡loado seas, mi Señor, por mis hermanos y hermanas! Porque de eso se trata cuando leemos que ser religiosas en el mundo de hoy es “un ejercicio continuo en la búsqueda de transformarse en sembradores de la soro-fraternidad universal” 1. Entonces, como primer punto, es fundamental recordar que como Nuevas Generaciones “en movimiento”, reconocer esto al abrir los ojos por la mañana y disponernos a la vida que se nos regala, es tarea diaria. En esta misma línea de acercarnos a estos tres vocablos, profecía quizá nos parezca un poco más familiar. De hecho, para el corazón de un joven consagrado suele avivar el fuego misionero y evangelizador, sobre todo si recordamos a tantos hombres y mujeres que han sido profetas en nuestro suelo latinoamericano, anunciando y denunciando, caminando al lado de nuestro pueblo, y dando la vida por el Reino en lugares muchas veces olvidados (¡tantos mártires y misioneros! ¡Casaldáliga, Romero, Labaka, Gerardi…). Las Mujeres del Alba: Las Mujeres del Alba: Reflexiones a partir del Horizonte Inspirador Nuevas Generaciones en “movimiento” MOVIMIENTO No 6 Hacia la utopía del Reino: un mundo de hermanas y hermanos –
Y eso está bien. Está muy bien. Sin embargo, creo que caminar hacia la utopía del Reino implica, en primer lugar, desear el modo de ser y proceder de esas mujeres de la primera comunidad cristiana, las del alba; ese hacer profético de vivir desde el Maestro que convoca a la soro-fraternidad. Ese es el “dónde” del Evangelio que va más allá de un lugar, y se acerca más a lo que significa ser con Jesús en el hermano y hermana, en el otro/a…Estar en movimiento desde la profecía nos exige asimilar que somos hijos y hermanos por el Hijo y con el Hijo, y, por lo tanto, estamos llamados a anunciar eso que nos vincula: Dios es nuestro Padre, Padre de todos. Y no necesariamente desde grandes campañas (aunque también es válido), sino desde la realidad en la que estamos inmersos: a veces será entre los pobres, entre los niños y jóvenes, con ancianos, migrantes… pero en otros momentos también nos tocará incluso ser hermanos y hermanas dentro de nuestras comunidades religiosas. Hermanos, no olvidemos esto último, porque creo que Jesús aprendió precisamente a ser hermano, entre los cercanos, con su familia, con los apóstoles, con sus amigos de
Betania. Desde esa experiencia de soro-fraternidad en nuestra familia religiosa, saldremos hacia los demás, llamados, como dice el Papa Francisco, a “intentar encontrarnos, buscar puntos de contacto, tender puentes, proyectar algo que incluya a todos…” (Papa Francisco, Fratelli Tutti, num.16), y ese algo es la familia que Jesús soñó para todos: su Reino de amor.
Finalmente, al aproximarnos a la tercera palabra, testimonio, nos referimos a lo concreto, a lo palpable en la cotidianidad. En este punto, es bueno fijarnos en Jesús quien, siendo Hijo, vivió como hermano: “Cuando estaba yo con ellos, yo cuidaba en tu nombre a los que me habías dado. He velado por ellos y ninguno se ha perdido…” (Jn 17,12). Se trata de un Jesús que amó y desde ese amor vivió y cuidó a los demás. Como Nuevas Generaciones en movimiento, testimoniar implica primero amar, y desde el amar, vivir, caminar, acompañar y cuidar a tantos hermanos y hermanas que Dios ha puesto en nuestras manos para hacerles partícipes de su amor. Por eso, ¡hagamos de la utopía del Reino, una realidad! Parece un sueño, pero como dijo el Papa Francisco en la reciente JMJ de Lisboa: “No tengan miedo, tengan coraje, vayan adelante, sabiendo que estamos “amortizados” por el amor que Dios nos tiene…” (Papa Francisco, XXXVIII Jornada Mundial de la Juventud, Ceremonia de acogida, jueves 3 de agosto de 2023).
Hna Iria Agreda, tc
Provincia Nuestra Señora de Guadalupe