Ayer el Papa Francisco, en el rezo del Regina coeli, recordaba que hoy, 24 de mayo, “los fieles católicos en China celebrarán mañana la fiesta de la Santísima Virgen María, Auxilio de los cristianos y Patrona celestial de su gran país”.
Esta fiesta establecida en el 2007 por Benedicto XVI, celebra que “la Madre del Señor y de la Iglesia es venerada con particular devoción en el Santuario de Sheshan, en Shanghái, y es invocada asiduamente por las familias cristianas, en las pruebas y en las esperanzas de la vida diaria. ¡Qué bueno y qué necesario es que los miembros de una familia y de una comunidad cristiana estén cada vez más unidos en el amor y en la fe!”, decía el Papa Francisco. “Por eso, os invito a acompañar con ferviente oración a los fieles cristianos en China, nuestros queridos hermanos y hermanas, a quienes llevo en lo más profundo de mi corazón. Que el Espíritu Santo, protagonista de la misión de la Iglesia en el mundo, los guíe y ayude a ser portadores de la buena nueva, testigos de bondad y caridad, constructores de justicia y paz en su patria”.
Desde que los comunistas tomaran el poder en China en 1949, el país no ha mantenido relaciones diplomáticas oficiales con la Santa Sede. Entre los puntos de discordia está la exigencia china de que el Vaticano debe cortar antes sus contactos con Taiwán y, sobre todo, la cuestión del nombramiento de obispos. En septiembre de 2018, la Santa Sede concluía un acuerdo provisional con Pekín, con el que el Papa Francisco levantó la excomunión de varios obispos consagrados sin su consentimiento pero reconocidos por las autoridades chinas. Por su parte, Pekín ha reconocido solo a unos pocos de los llamados obispos de la Iglesia clandestina. De los 101 obispos chinos actuales, 36 son obispos clandestinos.
Según diversas informaciones, varios miembros del clero han sido arrestados en China en las últimas semanas. La policía detuvo al prefecto apostólico de Xinxiang, Mons. Joseph Zhang Weizhu, de 63 años, siete sacerdotes y 10 seminaristas. La prefectura de Xinxiang no está reconocida por las autoridades chinas, por lo que las actividades de sacerdotes y laicos relacionados con la misma se consideran actividades criminales.
Como denunciaba el obispo de Bamberg, Alemania, Mons. Ludwig Schick, hay un esfuerzo decidido por parte de las autoridades chinas para que los niños y jóvenes no se acerquen a la religión: “En cada vez más lugares, las autoridades prohíben sistemáticamente que los menores entren en contacto con la religión. Las prohibiciones que han existido durante mucho tiempo ahora se están aplicando en todos los niveles en China”. Se han retirado todos los símbolos religiosos de los orfanatos católicos, y se han tomado más medidas del mismo tipo en una lucha por el liderazgo en contra de las religiones, especialmente contra las iglesias cristianas, pero también contra los musulmanes”.
Fuente: OMPRESS-ROMA (24-05-21)