Evangelio: «Ojalá escuchéis hoy su voz»
En este cuarto domingo del tiempo ordinario, nos enfrentamos a las características propias del profetismo y, a su vez, a la autoridad que Jesús posee por ser el Hijo de Dios. Observamos el equilibrio que manifiesta entre lo que es, piensa y hace.
Primera Lectura: Deuteronomio 18:15-20
Segunda Lectura: 1 Corintios 7, 32-35
Evangelio: san Marcos 1, 21-28
Primera Lectura: Deuteronomio 18:15-20
La lectura del Deuteronomio contiene las palabras de Moisés dirigidas al pueblo de Israel. Moisés comunica la promesa divina de levantar un profeta similar a él entre los israelitas. Muchos cristianos ven esta profecía como una referencia mesiánica a Jesucristo, el profeta supremo y mediador entre Dios y la humanidad. Este pasaje nos recuerda la importancia de estar atentos a la guía divina en nuestras vidas, a escuchar y seguir las enseñanzas que Dios nos brinda a través de diversos medios, incluyendo las Escrituras y aquellos que Él levanta como mensajeros. La advertencia sobre el falso profeta destaca la importancia de discernir entre los mensajeros auténticos de Dios y aquellos que buscan engañar. En un mundo lleno de diferentes voces y mensajes, es vital buscar la verdad y la guía de Dios, manteniéndonos fieles y evitando ser engañados por doctrinas llamativas y extrañas.
Segunda Lectura: 1 Corintios 7, 32-35
En la lectura de Corintios, el apóstol Pablo comparte su consejo sobre el estado civil y cómo vivir una vida enfocada en el servicio de Dios. Destaca que aquellos que no están casados pueden dedicar más tiempo y energía a las cosas del Señor en lugar de dividir su atención entre las responsabilidades familiares y las preocupaciones del mundo. Pablo no desestima el matrimonio, pero resalta cómo la soltería permite un enfoque más centrado en el servicio a Dios. Este texto nos invita a considerar la importancia de nuestras prioridades en la vida y a buscar el equilibrio adecuado entre nuestras responsabilidades cotidianas y nuestro compromiso con Dios, ya sea en el matrimonio o la soltería. La clave radica en cómo utilizamos nuestras vidas para honrar a Dios y servir a los demás de la mejor manera posible.
Evangelio
«¡Este enseñar con autoridad es nuevo!» (Mc 1,27)
El inicio de la vida pública de Jesús destaca la autoridad con la que enseña, sana y expulsa lo que perturba la vida humana. Sus enseñanzas rompen con los prototipos tradicionales de las leyes y los métodos de los escribas. Jesús utiliza un método pedagógico coloquial, pero lleno de autoridad, no solo por ser Hijo de Dios, sino por el equilibrio que manifiesta en su pensamiento y acciones. Enseñar conlleva sacrificio, equilibrio, perseverancia, testimonio, investigación y, especialmente, vivir de acuerdo al Evangelio. Jesús, el gran maestro, enseñaba con autoridad divina y humana. Sus enseñanzas cobraban sentido por el equilibrio manifestado en su vida.
Fruto:
Pide al Señor que te permita enseñar con tu vida los valores del Evangelio y expulsar con la experiencia de fe todo aquello que atormenta el alma.
Hna. Johanna Andrea Cifuentes Gómez, tc