Primera Lectura: Lectura del libro del Eclesiástico 3, 2-6.12-14
Sal 127, 1-2. 3. 4-5
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Colosenses 3, 12-21
Evangelio de San Lucas 2, 22-40
Vivir como hogares auténticos al estilo de la Familia de Nazareth es el desafío que nos presenta la octava de Pascua, una festividad hermosa capaz de despertar la espiritualidad y la conexión entre padres e hijos, siguiendo el ejemplo de Jesús, María y José.
Este año, la celebración de la Sagrada Familia conmemora su 150 aniversario desde su institución por el Papa León XIII. Esta celebración no solo ilumina la historia, sino que también arroja luz sobre la experiencia actual de la vida familiar. ¿Te has preguntado cómo vives tu papel como madre, padre o hijo/a en la misión que Dios te ha encomendado? Dedica tiempo a la oración y la reflexión.
En la primera Lectura el texto proporciona una reflexión sobre la importancia del amor y respeto a los padres. Nos recuerda que honrar a los padres es un acto de justicia y gratitud, no importa las circunstancias, conllevando la promesa de una larga vida y bendiciones para los hijos. Nos invita a considerar como honramos y mostramos el amor a nuestros padres y la manera como se impacta a la comunidad y a comprender que el amor, el respeto y gratitud son fundamentales para la plenitud de la vida.
El Salmo 127 es un hermoso poema que nos habla sobre la importancia de depender de Dios en todas las áreas de nuestra vida. nos recuerda que debemos permitir que Dios sea el fundamento y la guía en todo lo que emprendemos. Sin Su ayuda, nuestros esfuerzos pueden ser en vano. Confiando en su protección y cuidado de Dios en nuestras vidas y en todo lo creado. Es una invitación a confiar en la providencia poniéndolo de primero y no colocando y dependiendo de nuestro esfuerzo y títulos. Por último, está el cuidado de los hijos como don y regalo de Dios, que se deben cuidar como amor y responsabilidad y enseñándoles y preparándolos para enfrentar los desafíos de la vida.
En la segunda Lectura San Pablo inicia una exhortación de carácter místico frente a las virtudes que tienen todos los elegidos por Dios, al mencionar la expresión “revestíos” indudablemente te imaginas un vestido, un traje, una manta, pues desde allí reconoce la grandeza que tiene el sentirte elegido y a la vez lo que implica vestirte no con atuendos materiales sino con las virtudes propias de los hijos de Dios. Compasión, bondad, humildad, mansedumbre, paciencia y perdón. No es sencillo vivirlas porque nuestra condición humana nos hace frágiles, sin embargo, la oración como elemento fundamental de la vida de fe te permite lograr caminos insospechados y espirituales. Un ejercicio sencillo y práctico que te puede servir lo menciona el mismo Pablo “empieza por agradecer cada situación, persona u acontecimiento de la vida con ello las demás virtudes se darán poco a poco”.
Y Finalmente nos acercamos a un evangelio familiar que relata la fidelidad de José y María al cumplir las prescripciones y leyes de Israel; en este caso, la purificación en el templo refleja una familia piadosa y devota, comprometida a cumplir fielmente lo que el Señor demanda. Sin embargo, enfocémonos en las figuras de José, María y Jesús.
José, un hombre prudente y silencioso, representa la auténtica propuesta de un esposo capaz de asimilar estas virtudes para la vida familiar. María, una esposa laboriosa, trabajadora y orante, encarna la figura de una madre que está atenta al proceso de su familia. Jesús, como bien dice Lucas, crece en sabiduría y gracia; este proceso es propio de los hijos que, a lo largo de la vida, van creciendo y, con la experiencia, reconocen la presencia de Dios.
Actualmente, nos encontramos ante una sociedad con propuestas diversas sobre lo que significa ser familia, pero Jesús, María y José son el SER auténtico de una familia que nunca deja de asumir la vivencia plena, mística y contemplativa de la existencia. Hoy presentan las virtudes propias de una familia cristiana.
SER familia es un reto que no solo desafía los esquemas sociales, sino que también irrumpe en la vida real de la caridad, fraternidad y amor en un hogar. SER FAMILIA es la propuesta del Reino expresada en vínculos afectivos. Si eres madre y sientes que esta tarea es difícil, asume el ejemplo de María en su espíritu de oración. Si eres padre, adopta el rol de José, un hombre prudente y atento a las necesidades de su esposa. Si eres hijo/a, recuerda que estás en un proceso de aprendizaje y que Dios te indicará día a día las enseñanzas necesarias para crecer en sabiduría.
Hna. Johanna Andrea Cifuentes Gómez, tc