¡La Alegría de la Navidad!

“Os anuncio una gran alegría para todo el pueblo: hoy os ha nacido un Salvador, el Mesías, el Señor” (cf. Lc 2,10-11)

Lo dijo el Ángel a los pastores y corrieron aprisa a verlo y celebrarlo junto al Niño en el pesebre con María y José y glorificaron a Dios. También los magos de Oriente, al final de su travesía, “al ver la estrella se llenaron de inmensa alegría, y vieron al niño con María, su madre, y postrándose le adoraron y ofrecieron dones de oro, incienso y mirra” (cf. Mt 2, 10-11).

La Tradición católica, según los países, nos ha transmitido expresiones, signos y costumbres de alegría y regocijo en la celebración de la Navidad. Aquí en España se ha creado una palabra entrañable: Nochebuena, es la cena de familia, algo íntimo y sagrado. Nochebuena es noche de “villancicos” y noche de la Misa de Gallo, a media noche, aunque en algunos lugares y por circunstancias diversas se va adelantando la hora.

Es sorprendente y agradable, constatar que la Navidad, como tiempo de fiesta y alegría, se ha extendido al mundo entero; sea por motivos comerciales o por algo más, las ciudades se llenan de luces y colores y se multiplican las celebraciones en  familia. En una palabra, Navidad es un tiempo amable y festivo en el mundo actual,  pero, quizá para la mayoría, sin conexión con la fe ni el Nacimiento de Jesús.

Para nosotros, creyentes, la Navidad es Jesús mismo. El motivo de nuestra alegría es la contemplación de la Encarnación: Dios entró en nuestra historia para liberarnos de nuestro pecado y hacernos partícipes de la filiación divina. Él colocó su tienda en medio de nosotros para formar parte de nuestras vidas, sanar nuestras heridas y darnos una vida nueva. La alegría es el fruto de esta intervención de la salvación y del amor de Dios en nosotros.

NAVIDAD, TERNURA DE DIOS

Al Hijo de Dios, hecho uno de nosotros, lo vemos bajo la dulzura y debilidad de un niño recién nacido, y además en la suma pobreza, sensible manifestación de la inmensa ternura de Dios. Ha sido san Francisco de Asís quien vivió intensamente esta dimensión: Con preferencia a las demás solemnidades, celebraba con inefable alegría la del nacimiento del niño Jesús; la llamaba fiesta de las fiestas, en la que Dios, hecho niño pequeñuelo, se crió a los pechos de madre humana. Representaba en su mente imágenes del niño, que besaba con avidez; y la compasión hacia el niño, que había penetrado en su corazón, le hacía incluso balbucir palabras de ternura al modo de los niños. Y era este nombre para él como miel y panal en la boca” (2 Celano 199).

Posteriormente, un seguidor de Francisco, san Buenaventura, escribió en la misma línea y en la espiritualidad medieval de la santa humanidad de Jesús, el opúsculo de Las cinco festividades del Niño Jesús, una de las cuales, la del Santo Nombre de Jesús pasó a la liturgia. Además Francisco, dos años antes de morir, nos deja otro gran testimonio: va a ser Navidad, se encuentra en el pueblo de Greccio, y movido de su gran amor y devoción, representa el Nacimiento de Jesús según los datos evangélicos y con la gente del pueblo: Es el primer Belén viviente, convertido después en tradición cristiana y que es ejemplo visible y palpable de su espiritualidad de la ternura de Dios (cf. 1Cel 84-86).

ALEGRÍA PARA TODOS: Encuentro y Compartir

En el mensaje del ángel se nos dice que esa alegría anunciada es para todo el pueblo, es decir, la alegría de Navidad implica ENCUENTRO, comunicación, gozo compartido, celebración;  no hay fiesta en soledad, la fiesta requiere encuentro de personas para  compartir la vida y compartir los bienes como intercambio de dones.

La Navidad del pobre

Pero, particularmente, en razón de nuestra fe, del amor y la justicia, la alegría ha de llegar a los más pobres y  necesitados gracias al compartir generoso de todos con lo que cada uno tiene. Es lo que se hace en todas las Parroquias e Instituciones,  “la Navidad del pobre” para que la alegría llegue a todos. Esta es también la sensibilidad de san Francisco: “Quería que en ese día los ricos den de comer en abundancia a los pobres y hambrientos y que los bueyes y los asnos tengan más pienso y hierba de lo acostumbrado. ‘Si llegare a hablar con el emperador -dijo-, le rogaré que dicte una disposición general por la que todos los pudientes estén obligados a arrojar trigo y grano por los caminos, para que en tan gran solemnidad las avecillas, sobre todo las hermanas alondras, tengan en abundancia’” (2 Celano 200). ¡Poesía y mística, sí, que aterriza en acciones concretas!

Y la alegría de la fraternidad

En la sociedad civil, además de los encuentros de familia,  van siendo comunes otros encuentros a nivel de miembros de organizaciones, trabajo… Y es que Navidad es una invitación al encuentro festivo. Como creyentes sería muy positivo preparar esas reuniones en comunidades religiosas, grupos, etc. ¿Cómo queremos vivir espiritual y festivamente este tiempo tan íntimo y tan bonito? Con las diferentes iniciativas, nos podemos llevar muy gratas sorpresas: villancicos, belenes, adornos, visitas… Será muy hermoso vivir nuestra Navidad con San José y la Virgen María en el Portal de Belén. ¡FELIZ NAVIDAD PARA TODOS!

 ¡Aclamad al Señor con gritos de júbilo porque envió a su amado Hijo de lo alto y nació de la bienaventurada Virgen santa María y fue puesto en un pesebre porque no tenía lugar en la posada. Gloria al Señor Dios en las alturas  y en la tierra, paz a los hombres de buena voluntad! (San Francisco de Asís – cf. OfP Salmo XV).

HNA. Mª ELENA ECHAVARREN SORBET, TC

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