Irán expulsa a una religiosa italiana que ha gastado su vida por los pobres del país

La hermana Giuseppina Berti, de 75 años, que ha trabajado durante 26 años en la leprosería de Tabriz y ahora vive en Isfahan en la casa de la Congregación de las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl, tendrá que salir de Irán en los próximos días porque no le han renovado su visa, habiendo recibido la orden de dejar el país. Su partida dificultará las cosas para su compañera religiosa, la hermana Fabiola Weiss, que ha dedicado 38 años a los pobres y enfermos en esa leprosería, y cuyo permiso de residencia ha sido renovado por un año más.

Las hermanas Giuseppina y Fabiola, una austríaca de 77 años, han dedicado su vida entregándose sin distinción de credo religioso o etnia, a los enfermos del país, a la educación y formación de jóvenes, niños, refugiados y huérfanos de guerra… pero en los últimos años, las dos hermanas no pudieron realizar ninguna actividad exterior, para evitar ser acusadas de proselitismo. Su casa es actualmente la única presencia de la Iglesia Católica Latina en Isfahan y su capilla, construida en 1939, sirve como Parroquia de la «Virgen Poderosa», que ocasionalmente se pone a disposición de los visitantes para la celebración de la Misa.

En Irán, la Iglesia católica está integrada por dos archidiócesis asirio-caldea (Teherán-Ahwaz y Urmia-Salmas) que tienen un obispo y cuatro sacerdotes (en 2019, al administrador patriarcal de Teherán de los caldeos, también se le negó la renovación de la visa y podría ya no regresar al país), una diócesis armenia en la que solo hay un obispo y la arquidiócesis latina que actualmente no tiene sacerdote y está esperando la llegada de su pastor recién nombrado, el arzobispo Dominique Mathieu. En cuanto a la presencia religiosa, las Hijas de la Caridad trabajan en el país, con tres hermanas en Teherán y dos hermanas en Isfahan. También hay dos laicas consagradas. Los fieles son unos 3.000. Con la partida de las religiosas, la presencia de la Iglesia Católica Latina en Isfahan se perdería definitivamente.

Esta noticia nos pone en contacto con una realidad bastante desconocida de varios países donde el cristianismo tiene muy poca presencia y la intolerancia religiosa sigue limitando y, en ocasiones asfixiando, la vida y misión de la Iglesia. Por otro lado, sabemos que la presencia humilde y muchas veces invisible de los cristianos, es siempre una semilla del reino de Dios que produce frutos de compasión y misericordia en favor de los más pobres y débiles, y su voz silenciada sigue anunciando a la gente, mensajes de paz y esperanza.

Por VATICAN NEWS

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