«En busca de un hogar: Desafíos y oportunidades para las minorías migratorias».

Con una mirada esperanzada contemplamos las ilusiones y luchas de las personas migrantes que, desde muy antiguo, a lo largo y ancho del planeta tierra, se han desplazado en busca nuevas formas para  vivir con dignidad, superando la escasez y la presión social o política que les ha tocado enfrentar, logrando el encuentro de los pueblos donde han surgido las nuevas civilizaciones.

Ver de forma muy general las estadísticas de las migraciones en el mundo ha de servir para tomar conciencia personal y social de este fenómeno, que no es nuevo pero que, en la actualidad, se va definiendo como problema social, ante el cual los gobiernos se debaten entre la implementación de leyes o el cierre de fronteras. Son más de 281 millones de personas migrantes, entre niños, adolescentes, mujeres y hombres. De ellos, 169 millones son trabajadores, según las estadísticas. Además, 206 mil personas sufren trata, 43 millones son refugiados en busca de asilo, 60 mil son refugiados reasentados, 61 millones están desplazados por desastres, 71 millones están desplazados por conflictos y violencia, y 64 mil han desaparecido en su búsqueda de un hogar.

«Ten misericordia, Dios», y lo más admirable es que, a pesar de sus luchas y esfuerzos, las remesas que envían a sus países de origen, ampliando las ganancias de los bancos nacionales, son las más grandes de los últimos tiempos: 860 mil millones de dólares el año pasado. Este último dato demuestra la valentía, sacrificio y resiliencia de estas personas, que asumen las consecuencias por amor a la vida y al hogar. (Luis Donaldo González Pacheco, México)

La búsqueda de seguridad y una mejor vida impulsa a cada persona a desplazarse. Sin embargo, los migrantes enfrentan desafíos significativos, como diferencias en tierra, idioma, idiosincrasia y leyes. A pesar de estas dificultades, encuentran oportunidades de trabajo, comida, techo y, lo más importante, seguridad para ellos y sus familias. Esta realidad afecta a toda la humanidad y no debe llevar a la explotación laboral, esclavitud ni a la violación de sus derechos. En cambio, es esencial reconocer y valorar las contribuciones que los migrantes hacen a las naciones que los acogen, independientemente de su origen.

González amplía, en el contexto de la historia de la salvación, recordándonos los desplazamientos del pueblo elegido por Dios. Abraham y Jacob dejaron sus tierras y murieron lejos de ellas, siguiendo lo que Dios les había pedido, y así forjaron una historia en movimiento como parte del proyecto divino. En el Nuevo Testamento, Jesús y sus padres también tuvieron que migrar a Egipto para proteger sus vidas, enfrentando circunstancias similares a las de muchas personas que emigran hoy en día.

Ningún ser humano se desplaza sin motivo; detrás de cada persona hay una historia que comienza en el momento en que decide buscar una vida mejor. Este es el principio que impulsa a cada hombre o mujer a dejar su tierra. Los desafíos mencionados anteriormente se convierten en obstáculos, pero el amor a la vida les da el poder para enfrentarlos. Estos desafíos forman su corazón en la humildad, la fortaleza y la perseverancia, recordándonos que solo quien ama es capaz de soportar rechazos, maltratos, injurias y abandono para alcanzar su objetivo.

Numerosas experiencias se comparten en las redes sociales y revistas que se dedican a no olvidar las historias de empoderamiento que muchos migrantes en el mundo han logrado. Sus contribuciones socioculturales a las comunidades de acogida incluyen el aumento de la diversidad alimentaria, la creación de nueva música y logros deportivos. Un migrante hondureño abrió un restaurante, aportando la cocina de su país de origen a la escena culinaria mexicana. Un migrante venezolano creó una orquesta en la República Dominicana para compartir su música con los jóvenes de su comunidad. En 2019, Emmanuel Iwe, un futbolista nigeriano de 18 años, firmó un contrato con el Deportivo Saprissa, un club de fútbol costarricense. Estas son solo algunas de las muchas historias que representan las diversas contribuciones de los migrantes (OIM, oficina regional para migrantes).

Toda búsqueda implica salir, dejar, avanzar, asumir y enfrentar lo nuevo que trae la aventura. Como dice el texto bíblico: «El que busca, encuentra». Pero para llegar a ello, es necesario enfrentar y superar desafíos, con la esperanza y la ilusión de instalarse y emprender una nueva vida. Los migrantes expresan su deseo de volver a su tierra de origen, enfrentando los nuevos desafíos con la seguridad de un trabajo, una casa y el pan diario, y siempre con la mirada puesta en aquellos que se quedaron atrás.

 

Hna Edelma Toruño Reyes

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