XXII Capítulo general – Artículo 1

En este día, fiesta de nuestras Hermanas Beatas Mártires el Señor nos vuelve a dar un regalo: la participación en la Audiencia del Santo Padre. Muy temprano encaminamos nuestros pasos hacia la Plaza de san Pedro y aunque la espera fue larga, supuso un tiempo de confraternizar con tantas personas que, como nosotras, iban a encontrarse con nuestro Pastor, sucesor de Pedro, deseosas de verlo y escucharlo. Gran experiencia de Iglesia Universal. La catequesis del Papa giró en torno al evangelio de Lucas 23, 39-43. Jesús, colgado en la cruz, comparte su suerte con dos ladrones. Las palabras del Papa, una vez más, tocan el corazón de cada persona, invitándonos a la misericordia. ¿Es posible que alguien que haya hecho el mal tenga acceso al perdón de Dios? Y el Papa fue tajante: “ninguna persona está excluida de ese perdón que es para todos”. En varias ocasiones fue anunciada nuestra presencia como Capítulo general y con mucha alegría hicimos visible nuestra ubicación. El Papa Francisco, al finalizar la audiencia, se acercó a la Hna. Tulia López, Superiora general, dándole su bendición y en ella, a toda la Congregación. Fue muy emocionante experimentar la cercanía de nuestro Papa Francisco a cada una de las personas en la Audiencia y en especial a los enfermos y niños.



 


Concluida la audiencia, cada hermana organizó el tiempo libre para compartir, descansar y realizar gestiones personales…un tiempo bien aprovechado por todas.

Ya en la Curia general, nos disponemos a celebrar con gozo y solemnidad la Eucaristía, juntamente con las Vísperas. Las hermanas de la liturgia nos ambientan recordándonos el martirio de nuestras Beatas Mártires Rosario, Serafina y Francisca, por confesar la fe, aceptándolo generosamente por amor, perdonando incluso a sus verdugos. Agradecemos al Señor por este don a nuestra Congregación y le rogamos por nuestro XXII Capítulo general para que finalicemos convencidas de que Él ha pasado por nuestra historia personal y congregacional y nos sigue invitando a entregar la vida.

Preside nuestra celebración el P. Marino Martínez, Superior general de nuestros hermanos Terciarios Capuchinos, quien en su homilía destaca la belleza interior de nuestras Mártires, una belleza nacida de la libertad. Nos habla de las condiciones y exigencias para ser testigo de Jesús. Él emprendió el camino de Galilea a Jerusalén, enviado en misión para morir en la Cruz. La libertad se mueve en la obediencia a la voluntad del Padre. En el camino que recorrió Jesús fue formando a sus discípulos. ¿Qué nos pide hoy a nosotras? Despojo para poder seguirle “a su manera”. Y el P. Marino señala tres exigencias en ese seguimiento: abandonar, no apegarse a los bienes y capacidad para cortar, que debemos integrarlas en una nueva existencia movida por un eje que es Jesús. Celebrar la fiesta de nuestras mártires nos tiene que ayudar a descubrir qué significa seguir al Señor, ser discípula, sin condiciones.

Finalizada la Eucaristía, se procede a la veneración de la reliquia de nuestra Hna. Francisca Javier de Rafelbuñol, que se custodia en la Capilla de la Curia General, en una urna dispuesta al efecto, después de la beatificación. La Hna. Mª Desamparados Alejos explica el proceso de exhumación e inhumación y cómo la reliquia consiste en una parte del coxis de la mártir, atravesado por la bala.

Colocada la reliquia encima del altar, cada hermana fue pasando delante de la reliquia, colocando allí su vida, sus sentimientos y palabras.

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