Celebramos en la Iglesia, con toda la familia franciscana, la solemnidad de san Francisco de Asís. Las hermanas responsables de la liturgia de este día nos invitan ya desde nuestra oración de Laudes, a alabar y bendecir al Señor por el Serafín de Asís, enamorado de Jesucristo, su Dios y su Todo. La historia de Francisco, es la historia de la gracia y de la conversión. Es la historia de la respuesta fiel, generosa y abnegada de quien se siente irresistiblemente atraído y amado por Jesús. Hoy que llegamos al final de nuestro XXII Capítulo General, nos dicen, pidamos también esta gracia para cada una de nosotras: ser mujeres apasionadas por Cristo y por la humanidad; con entrañas de misericordia y compasión ante el sufrimiento humano; que sintamos la urgencia del Señor que nos insiste: “Vete y haz tú lo mismo” y sepamos contagiar a nuestras hermanas todo cuanto hemos vivido en estos días de gracia y comunión, plasmado en las Conclusiones y Acuerdos que dinamizarán la vida y misión de nuestra Congregación en el sexenio que iniciamos. En el tiempo de adoración eucarística gustamos todo lo escuchado y celebrado.
En la mañana, por última vez en este Capítulo, nos reunimos en la Sala Capitular, donde hemos dialogado, discernido, compartido tantas horas de trabajo y búsqueda conjunta.
Seguidamente, Hna. Tulia López, Superiora General, nos dirige unas sentidas palabras. Recuerda que con la convocatoria de este XXII Capítulo general, toda la Congregación se puso en camino para participar de la rica experiencia reveladora del misterio sorprendente de Dios que, con la riqueza de su Espíritu fue suscitando en el corazón de cada una el compromiso de la compasión y la misericordia. Como el Buen Samaritano, nos dice, miramos juntas más allá de nuestras realidades, con una actitud “en salida, abiertas a ver lo que otros no ven y a oír lo que otros no perciben de sufrimiento, de dolor y de abandono”. Este XXII Capítulo general nos reta ser mujeres contemplativas, a amarnos, acogernos y abrazar la fraternidad como hermanas menores seducidas por la pequeñez, hermanas misericordiosas que respondamos al imperativo de la proximidad, hermanas en misión, impulsadas a la audacia de la compasión, hermanas interculturadas, que testimoniemos la profecía de la comunión fraterna.
Hna. Tulia continúa diciendo “Como Gobierno General, trabajaremos con empeño para que la Congregación viva en verdad y coherencia las Opciones propuestas, haremos lo posible para que el aceite de nuestra lámpara no se apague para obedecer al mandato -haz tú lo mismo-; contamos con ustedes en este servicio que el Señor nos ha encomendado”. Y termina dando gracias en primer lugar al Señor que ha estado con nosotras en este caminar capitular, a Hna. Yolanda de Mª Arriaga y su Consejo, a todas las hermanas que han colaborado en este Capítulo desde las distintos comisiones y servicios encomendados; también a las hermanas de la comunidad local y, por su puesto, a todas las Capitulares. Para finalizar, nos invita a regresar a nuestros países con la alegría del deber cumplido y llevar a las Hermanas el mensaje de un Capítulo desbordado por la presencia del Espíritu.
Después del mensaje de Hna. Tulia, damos paso a la celebración de clausura de este XXII Capítulo general. En la ambientación, las hermanas expresan: “Hemos llegado al final de este acontecimiento congregacional y nos preguntamos, ¿con que nos quedamos? Que el imperativo de Jesús: “¡Vete y haz tú lo mismo!” impregne nuestro corazón y se convierta en regla de vida. Hagamos nuestra esta palabra y dejemos que la fuerza del Espíritu Santo nos transforme en mujeres consagradas renovadas, movidas a compasión y capaces de ir a la misión, abiertas a la interculturalidad”.