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Lectio Domingo 28 enero

Evangelio: «Ojalá escuchéis hoy su voz»

En este cuarto domingo del tiempo ordinario, nos enfrentamos a las características propias del profetismo y, a su vez, a la autoridad que Jesús posee por ser el Hijo de Dios. Observamos el equilibrio que manifiesta entre lo que es, piensa y hace.

Primera Lectura: Deuteronomio 18:15-20

Segunda Lectura: 1 Corintios 7, 32-35

Evangelio: san Marcos 1, 21-28

 

Primera Lectura: Deuteronomio 18:15-20

La lectura del Deuteronomio contiene las palabras de Moisés dirigidas al pueblo de Israel. Moisés comunica la promesa divina de levantar un profeta similar a él entre los israelitas. Muchos cristianos ven esta profecía como una referencia mesiánica a Jesucristo, el profeta supremo y mediador entre Dios y la humanidad. Este pasaje nos recuerda la importancia de estar atentos a la guía divina en nuestras vidas, a escuchar y seguir las enseñanzas que Dios nos brinda a través de diversos medios, incluyendo las Escrituras y aquellos que Él levanta como mensajeros. La advertencia sobre el falso profeta destaca la importancia de discernir entre los mensajeros auténticos de Dios y aquellos que buscan engañar. En un mundo lleno de diferentes voces y mensajes, es vital buscar la verdad y la guía de Dios, manteniéndonos fieles y evitando ser engañados por doctrinas llamativas y extrañas.

Segunda Lectura: 1 Corintios 7, 32-35

En la lectura de Corintios, el apóstol Pablo comparte su consejo sobre el estado civil y cómo vivir una vida enfocada en el servicio de Dios. Destaca que aquellos que no están casados pueden dedicar más tiempo y energía a las cosas del Señor en lugar de dividir su atención entre las responsabilidades familiares y las preocupaciones del mundo. Pablo no desestima el matrimonio, pero resalta cómo la soltería permite un enfoque más centrado en el servicio a Dios. Este texto nos invita a considerar la importancia de nuestras prioridades en la vida y a buscar el equilibrio adecuado entre nuestras responsabilidades cotidianas y nuestro compromiso con Dios, ya sea en el matrimonio o la soltería. La clave radica en cómo utilizamos nuestras vidas para honrar a Dios y servir a los demás de la mejor manera posible.

Evangelio

 «¡Este enseñar con autoridad es nuevo!» (Mc 1,27)

El inicio de la vida pública de Jesús destaca la autoridad con la que enseña, sana y expulsa lo que perturba la vida humana. Sus enseñanzas rompen con los prototipos tradicionales de las leyes y los métodos de los escribas. Jesús utiliza un método pedagógico coloquial, pero lleno de autoridad, no solo por ser Hijo de Dios, sino por el equilibrio que manifiesta en su pensamiento y acciones. Enseñar conlleva sacrificio, equilibrio, perseverancia, testimonio, investigación y, especialmente, vivir de acuerdo al Evangelio. Jesús, el gran maestro, enseñaba con autoridad divina y humana. Sus enseñanzas cobraban sentido por el equilibrio manifestado en su vida.

Fruto:

Pide al Señor que te permita enseñar con tu vida los valores del Evangelio y expulsar con la experiencia de fe todo aquello que atormenta el alma.

 

Hna. Johanna Andrea Cifuentes Gómez, tc

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Lectio Domingo 21 enero

El Reino de Dios no es utopía, es Relación

Introducción

 Hoy celebramos en nuestra Iglesia el tercer domingo del tiempo ordinario; en este domingo como católicos celebramos el día de la Palabra de Dios, es decir, como el Señor nos habla por medio de la sagrada Escritura y nos exhorta a una vida cristiana iluminada por su Palabra.

Primera lectura: Lectura de la profecía de Jonás 3, 1-5. 10

Segunda lectura: Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 7, 29-31

Evangelio: según san Marcos 1, 14-20

 En la primera lectura de la profecía de Jonás, Dios envía a su profeta a la ciudad de Nínive para invitarlo a la conversión, asimismo Dios sigue enviando profetas en medio de su pueblo, la Iglesia para animarlo a cambiar desde un estilo de vida concreto. El primer gran profeta en medio de nosotros sin duda es la sagrada Escritura en ella encontramos alimento espiritual diario y amonestación para encontrar la verdadera felicidad. Nínive necesito de Jonás para que Dios le hablase, nosotros necesitamos de los hermanos para que Dios nos hable al corazón. Miremos nuestra vida, igual que lo hizo el pueblo de Nínive y demos el primer paso en aceptar que siempre tendremos que cambiar algo en nuestra vida, abrámonos para estar atentos al cambio.

En la Segunda lectura Estamos frente a un texto escatológico propio de las primeras comunidades cristianas, sin embargo, aún permanece la afirmación y la fe en cuanto nos permite confiar en lo eterno, pues todo es efímero y tiene la limitante del tiempo, es por ello apremiante que busquemos un estilo de vida de total entrega al Señor desde la vocación a la cual hemos sido llamados, pues todas nos llevan a Dios.

En el evangelio de Marcos se presenta la vida pública de Jesús y con esto la predicación rotunda que realiza sobre el Reino de Dios, ratificando no solo lo esencial sino lo que implica asumir y vivir el Reino de Dios. Diversas interpretaciones se hacen del Reino, sin embargo, quiero centrarme en lo que implica vivir el Reino de Dios. Es exactamente Relación. Jesús en medio de sus discursos no quiso otra cosa más que la humanidad aprendiera amar, esto implica saber relacionarse e incluso aprender a descubrir en el otro la presencia divina de Dios, este es el Reino, una permanente relación con lo otro. En la segunda parte del texto se presenta el llamado contundente de Jesús para ir y buscar nuevas almas y unirlas a la verdad del Reino, pues dice “Venid en pos de mí y os haré pescadores de hombres». Es una expresión que viene cargada de compromiso, implica caminar hacia una meta, dirigir la mirada solo a EL. Como dice la virgen y mártir si dices «Sí» a su «Sígueme», entonces somos suyos y el camino está libre para que pase a nosotros su vida divina. (Edith Stein).

Fruto: Pide al Señor que te de la gracia de anhelar lo eterno, seguir lo verdadero, dar testimonio y especialmente ser artífice del Reino desde tu ser de cristiano.

Hna. Johanna Andrea Cifuentes Gómez, tc

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Lectio Divina del 14 de enero

Seguir a Cristo desde la doble vía del llamado y la respuesta

«Habla, Señor, que tu siervo escucha».

La experiencia de caminar con Jesús se materializa en un llamado y una respuesta propia de aquel que recibe la llamada. Por ende, es una vía bidireccional que implica escuchar y responder, incluso con los temores inherentes a la existencia.

Primera Lectura: Del primer libro de Samuel 3, 3b-10. 19

Segunda lectura: De la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 6, 13c-15a. 17-20

Evangelio Según San Juan 1, 35-42

La experiencia de Samuel representa la constante respuesta de la humanidad para abrazar los diversos llamados de la vida. Nos encontramos frente a diversas voces que nos instan a vivir de cierta manera, y corremos en busca de una respuesta. Sin embargo, Samuel, a pesar de sus intentos, no logra identificar la voz del Señor hasta el tercer llamado y con la guía de Elí. La respuesta de Samuel es dócil, atenta y con un corazón abierto. Descubrir la autenticidad del llamado divino requiere reconocer la voz de quien habla y escuchar. La escucha divina es una virtud desafiante de cultivar en un mundo ruidoso lleno de voces llamativas. A pesar de ello, Samuel, desde la docilidad de su corazón, responde: «Habla, Señor, que tu siervo escucha». La docilidad y el silencio interior se convierten así en tareas esenciales para responder con certeza y fidelidad a la vocación y el sueño que Dios tiene preparado para aquellos a quienes ama.

Primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 6, 13c-15a. 17-20

«¿No sabéis que vuestros cuerpos son miembros de Cristo? El que se une al Señor es un espíritu con él». La comprensión cristiana del cuerpo se basa en contemplarlo como el sagrario del espíritu. Esta perspectiva confiere al cuerpo un valor sagrado al permitir manifestar con sus acciones la presencia divina. En una cultura obsesionada por la apariencia física y los estándares de belleza, la mirada cristiana del cuerpo implica un cuidado equilibrado de las necesidades básicas y de los placeres propios. La enseñanza de San Pablo destaca que el cuerpo puede convertirse en una expresión de glorificación al Señor, lo que implica cuidarlo, amarlo, respetarlo y valorarlo. Es crucial profundizar en la teología del cuerpo y en las reflexiones de San Juan Pablo II para obtener una nueva comprensión de la sexualidad y el amor.

Evangelio según san Juan 1, 35-42

«¿Qué buscáis?». Él les dijo: «Venid y veréis».

La experiencia del llamado se traduce en una respuesta a la búsqueda humana de la felicidad y el sentido de la vida. El llamado de Andrés y Juan refleja las características del llamado de Jesús, que enseña, acompaña y cautiva con solo unas palabras profundas y desde el corazón. Cada persona tiene diferentes búsquedas en la vida, algunas responden a historias personales, situaciones complejas, deseos y sueños. El encuentro de Jesús con estos discípulos manifiesta el deseo divino de encontrarse con aquellos que buscan respuestas. El llamado de Cristo presenta nuevas formas de pensar, actuar y relacionarse. San Ambrosio de Milán nos insta a buscar a Cristo no con pasos corporales, sino con la disposición del alma y la contemplación desde el corazón, que implica una profunda fe y un alma capaz de anhelar lo eterno desde la tierra.

Fruto: Pide al Señor que te haga un contemplativo de la vida, capaz de escuchar los llamados que te hace para vivir con plenitud desde el seguimiento propuesto por Jesucristo.

Hna. Johanna Andrea Cifuentes Gómez, tc

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Lectio Divina Bautismo del Señor

Redescubrir el SER virtuoso que has recibido por el Espíritu Santo

«Aquel sobre el que veas descender el Espíritu y permanecer sobre él, ese es el que bautiza en el Espíritu Santo» (Juan 1, 33).

Primera lectura: Lectura del libro de Isaías 42, 1-4. 6-7

 Segunda lectura: De los Hechos de los apóstoles 10, 34-38

Evangelio Según San Marcos 1, 7-11

«Mirad a mi siervo, a quien sostengo; mi elegido, a quien prefiero. Sobre él he puesto mi espíritu».

Como un eco de la Epifanía, celebramos hoy el bautismo del Señor, su manifestación pública,»Mirad a mi siervo, a quien sostengo; mi elegido, a quien prefiero. Sobre él he puesto mi espíritu».El profetismo es una auténtica forma de vivir, fundamentada en la elección que hace el Señor desde el vientre materno, como lo expresa Isaías en su llamado. Identificar las acciones propias del Espíritu requiere discernimiento y oración, al igual que comprender las obras propias del Reino. Es esencial reconocer hasta qué punto asumimos la elección de ser elegidos por Dios y, desde esta misión, abrazar nuestro ser cristiano. Si el Espíritu del Señor está sobre ti, tus decisiones, acciones y pensamientos estarán encaminados a proclamar la verdad de Aquel que te brinda sabiduría.

En la segunda Lectura…»Está claro que Dios no hace distinciones; acepta al que lo teme y practica la justicia, sea de la nación que sea».

Una de las características más hermosas de nuestro Dios es la grandeza de su misericordia y el corazón que le permite amar sin reservas a todos sus hijos. Nuestra meta en la tierra es lograr tener un corazón como el del Padre, una tarea desafiante pero que traza un camino de configuración con el Señor. Si reflexionas sobre tu corazón, ¿cuánto has crecido en amar sin distinción, prejuicio o crítica?

Escucharemos en el Evangelio la Voz del Padre: «Tú eres mi Hijo amado, en ti me complazco».

El bautismo de Jesús revela la identidad plena y divina que le ha sido otorgada como Hijo de Dios, manifestando auténticamente los dones del Espíritu en la vida humana. Como afirmó San Cirilo, «las primicias y los dones que se otorgan a la humanidad se mostraron primero en la humanidad del Salvador». A partir de esta afirmación, podemos reflexionar sobre los dones otorgados al Hijo de Dios en su humanidad y redescubrir el sello auténtico que nos brinda el bautismo. La identidad de Jesús se basa en los principios del evangelio; por lo tanto, el amor y la caridad son la brújula para decisiones y acciones, y la verdad y la justicia son criterios para opinar, observar y analizar. Frente al sello del bautismo que nos regala la fe y la identidad de Jesús como culmen perfecto para actuar, ser y decidir, se nos presenta la vida auténtica de un creyente que no vive las virtudes y dones por sí mismo, sino por GRACIA del Espíritu. Ejercitarse en las virtudes y dones del Espíritu Santo nos permite crecer en autenticidad, verdad, justicia y santidad. ¿Cómo asumes esta identidad de hijo de Dios que te implica transformar tu debilidad en don y gracia para vivir con los hermanos?

Hna. Johanna Andrea Cifuentes Gómez, tc