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Más allá de la religiosidad popular: María, Reina de Polonia

Cuando pienso en mi experiencia de Dios, los primeros recuerdos que guardo son de la tradicional Eucaristía dominical junto a mis padres y hermanos. Una vez terminada la Misa, mi padre nos llevaba de la mano delante de la imagen de la Madre de Dios (así le llamamos a María en Polonia, más que “la Virgen”), Madonna Negra, Madre de Dios de Częstochowa, Reina de Polonia, con su rostro serio y dos heridas en la mejilla. Recuerdo que de niña no sabía para qué nos arrodillábamos ante esta imagen sombría y majestuosa, pero parece que a María esto no le molestaba: ella sí que sabe siempre por qué nos mira y señala a su Hijo. Soy la Hna. Alicja Grzywocz, Terciaria Capuchina, polaca, y tengo el gusto de compartir contigo algunas pinceladas de la vivencia de María como Reina de Polonia.

Aunque de Roma a Gniezno -la primera capital de Polonia- hay poco más de 1500 km, la fe cristiana ha tardado casi mil años en llegar a estas tierras eslavas. Nuestro príncipe Mieszko I fue bautizado en el año 966 y la primera iglesia que mandó construir tenía como advocación la Asunción de la Virgen María. Hasta hoy la catedral de Gniezno -que bajo sus muros esconde las ruinas de aquella primera iglesia-  es llamada “madre de las iglesias de Polonia”. Una madre muy fecunda de la que sus hijos habían heredado una veneración muy especial por la Madre de Dios. 

El primer himno de nuestro país fue una oración cantada a la Virgen María. Con ella y el nombre de María en la boca, el ejército polaco iniciaba sus batallas que -entre otros motivos, debido a su ubicación geográfica en el centro de Europa- han sido muy numerosas a lo largo de nuestra historia. Fue en el siglo XVII -también en el contexto de la guerra- cuando el rey de Polonia coronó a la Madre de Dios, llamándola Reina de Polonia. Lo curioso es que casi 50 años antes, la mismísima Virgen pidió ser llamada así. La historia dice, que un jesuita italiano oraba en Nápoles y vio a María vestida como Reina y con el Niño Jesús en sus brazos. El jesuita quiso saludar a la Virgen con un título con el que todavía no había sido venerada por nadie. La Virgen tomó la iniciativa y le dijo: “¿Por qué no me llamas Reina de Polonia? Me encanta este reino y voy a hacer grandes cosas por él, porque un amor peculiar por mí arde dentro de sus hijos”. Los jesuitas -después de examinar cuidadosamente esta aparición y tenerla confirmada por la Iglesia como verídica- hicieron llegar la noticia a nuestro rey que incluso llegó a recibir al citado jesuita, quien caminando llegó a Polonia, el Reino de la Virgen María. En la torre de la iglesia de la Asunción, en la plaza mayor de Cracovia (por entonces, capital de Polonia), se puso una corona en señal de acoger esta petición de la Virgen.

El momento de la coronación más sonado no llegó hasta después de la invasión de Polonia por Suecia y Rusia (conocida como la “inundación sueca”). Un momento clave de esta guerra fue la defensa milagrosa del monasterio de Jasna Góra (La Montaña Clara) en Częstochowa, donde se veneraba el icono de la Madonna Negra. Las crónicas cuentan que un grupo muy limitado de soldados, después de haber pasado la noche en oración ante el icono de la Madre de Dios, defendió a Jasna Góra ya que Ella luchaba con ellos en contra de un ejército mucho mayor. Otras ciudades al oír la noticia, volvieron también a la batalla con ánimo renovado, sabiendo que la Virgen estaba de su parte. La victoria en Jasna Góra y finalmente en todo Polonia, llevó al rey Juan Casimir a coronar a la Virgen como Reina de Polonia y pronunciar sus votos en nombre de todo su reino. La celebración se llevó a cabo en Lviv (hoy Ucrania, pero en aquel momento Polonia) en 1656.

No ha sido ésta la única ocasión en que se ha coronado a María como Reina de Polonia: se ha repetido este hecho más de 50 veces, renovando en diferentes momentos históricos el compromiso que conlleva. Pocos años después de haber recobrado Polonia la independencia (1918) y finalizada la II guerra mundial, tienen lugar dos jubileos muy significativos: en el año 1956 se cumplieron los 300 años desde los votos de Juan Casimir y la coronación de la Virgen como Reina de Polonia y en 1966, los mil años del bautismo de Polonia. El Cardenal Stefan Wyszynski (muy amigo de Juan Pablo II y cuya beatificación será el próximo ms de junio) proclamó  novenas de preparación a dichos jubileos. En 1956 toda la nación renovó los votos ante la imagen de la Madre de Dios de Czestochowa y comenzó la preparación al jubileo del milenio del bautismo, donde una de las iniciativas fue la peregrinación de una copia de la imagen de la Virgen Negra de Czestochowa por las parroquias de Polonia. 

Sobre aquella peregrinación he oído hablar a muchas personas y aunque yo por mi edad no la viví, puedo sentir la importancia de este acontecimiento en Polonia. El contexto era muy poco favorable, ya que el gobierno comunista hacía todo lo posible para ahogar la fe en Polonia. Durante 9 años observaron la peregrinación del icono de la Virgen que cada 24 horas cambiaba de parroquia. La gente adornaba sus casas y calles para la llegada de la Madonna Negra, las multitudes oraban día y noche ante la imagen… Los comunistas veían que todos sus esfuerzos por debilitar la fe eran en vano, ya que la peregrinación de la Madre de Dios de Częstochowa hacía despertar en todos una fuerza muy especial. Finalmente, decidieron arrestar a la Virgen… En 1966, pocos días antes de la celebración del milenio del bautismo de Polonia, bajo el pretexto de un control del vehículo en el que se transportaba el icono, se hicieron con él y llevaron a la imagen a la catedral de Varsovia, impidiendo su paso por las parroquias que todavía iban a recibir a su Reina. Después del jubileo pusieron la imagen en la ventana de la sacristía, asegurada con rejas, y prohibieron que siguiera peregrinando y aunque se volvió a intentar que pudiera seguir realizándose esta peregrinación, una vez más los comunistas se hicieron con la imagen y la llevaron a Częstochowa, donde permaneció 8 años detrás de las rejas, con vigilancia militar. Sorprendentemente, en estos 8 años la peregrinación toma una fuerza todavía mayor: lo que es llevado de una parroquia a otra es… un marco vacío. La gente sigue adornando las casas y calles de sus pueblos, las iglesias se llenan de gente y todos oran ante el marco vacío de la imagen de su Reina “encarcelada” y vigilada. El mensaje es muy claro: la fe nos hace libres, no hay manera de aprisionarla y el pueblo polaco reunido ante el marco vacío del icono de la Madonna Negra, señala a quién quiere servir, a quién pertenece su corazón. 

El monasterio de Czestochowa sigue siendo aún uno de los lugares más importantes de Polonia. Cada año, unas 250.000 personas salen de sus pueblos y ciudades y van caminando hasta la Madonna Negra. La peregrinación más antigua cumplirá pronto 400 años de tradición. Para algunos, son más de 600 km a pie. Para los que viven “de camino” a Czestochowa es una peregrinación de hospitalidad: durante los meses de julio y agosto mantienen las puertas de sus casas abiertas para hospedar de forma gratuita a los peregrinos que van a presentar sus intenciones y pedir la bendición a la Reina. Otros sacan delante de sus casas mesitas con agua, dulces, pan… para reconfortar a los peregrinos. 

¿Por qué la Virgen de Częstochowa y no otra imagen de tantas otras representaciones milagrosas de María que hay en Polonia? Quizás, el pueblo tantas veces herido por las guerras y otros males, ve en el rostro triste y cortado por las cicatrices de la Madonna Negra, una Reina muy capaz de entender y compartir el sufrimiento… Quizás, al mirar este icono recuerda la batalla victoriosa a pesar de la magnitud del enemigo y recobra la esperanza en sus batallas cotidianas. O quizás, la Madre de Dios con el Niño Jesús en sus brazos, inspira una oración de lo más sencilla y confiada: “Madonna, Madonna Negra, qué bueno es ser tu hijo; permíteme Madonna Negra, esconderme en tus brazos”, como dice uno de los cantos. 

Todos los días a las 21,00 horas delante del icono de la Reina de Polonia en Częstochowa, pero también en miles de familias que desde sus casas se unen espiritualmente con Jasna Góra, se reza “Apel Jasnogórski” – “Apelación de la Montaña Clara”. Es una oración para “rendir cuentas” a la Reina del día vivido y pedirle su bendición para la noche y el día siguiente. Suele terminar con una oración cantada: “María, Reina de Polonia, estoy junto a ti, recuerdo, vigilo”. La última vez que pude vivirlo en Czestochowa, después de haber recorrido a pie los 100 km que dista Jasna Góra de mi parroquia natalicia, entendí que quizás más que decir nosotros, como pueblo polaco eso de “estoy junto a ti, recuerdo, vigilo”, es nuestra Reina la que nos lo dice a nosotros. Su presencia en Polonia se respira a cada paso; en ningún momento se ha olvidado de este pueblo que ella misma eligió para ser su Reina y como cada Madre, de día y de noche, está en vilo, pendiente de sus hijos e hijas. 

Donde sea que estés, seguramente tarde o temprano te encontrarás con la imagen de la Madonna Negra, Reina de Polonia, ya que su pueblo la ha llevado siempre consigo… Rézale también como nosotros: “Madonna, Madonna Negra, qué bueno es ser tu hijo, permíteme Madonna Negra, esconderme en tus brazos”. Y ojalá escuches en tu corazón su respuesta:  “estoy junto a ti, recuerdo, vigilo”.

 HNA. ALICJA GRZYWOCZ, TC

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En familia… alegres en el Señor

A dos meses de iniciado el Año “Familia Alegría del Amor”, aceptado con ilusión en muchos rincones del mundo, volvemos nuestra mirada a nuestras experiencias de vida familiar. Descubrimos que hemos vivido momentos muy alegres que nos han hecho disfrutar el trabajo, los descansos, los encuentros…,  hasta hemos aprendido a ser alegres en medio de las dificultades. Unos a otros nos pasamos  esa alegría, esa apertura del corazón que es fuente de felicidad porque “hay más alegría en dar que en recibir” (Hechos 20,35) y es precisamente lo que el Año de la Familia pretende, que crezcamos en la alegría de amar y seamos misioneros de la alegría. Que al finalizar este Año dedicado a la familia, comprobemos  que hemos crecido en la alegría que da el verdadero amor.

Reconocemos  también que en algunos momentos, la tristeza nos ha invadido y hasta hemos contagiado el ambiente de negativismo, de falta de entereza y hasta casi hemos hecho rupturas familiares. El conflicto no puede ser ignorado o disimulado. Ha de ser asumido. Pero si quedamos atrapados en él, perdemos perspectiva, los horizontes se limitan y la realidad misma queda fragmentada (EG 226).

Entremos  hoy a pie descalzo a nuestra realidad, porque es tierra sagrada (Ex 3,5), siempre con la mirada puesta en Dios que es alegre. Este Dios alegre habita en nosotros.

Dios alegra nuestro corazón: “Tú has dado a mi corazón más alegría que cuando abundan ellos de trigo y vino  nuevo” (Salmo 4,7). La alegría nace en el corazón de Dios. Él no es triste ni melancólico. Por tanto, los que amamos a Dios tenemos el mismo sentir y nos regocijamos con Él, “pero alégrense todos los que en Ti confían; “den voces de júbilo para siempre, porque Tú los defiendes,” “en Ti se regocijen los que aman tu nombre” (Salmo 5,11).

Y Dios se alegra en su Creación.  La creación de Dios refleja la alegría del Creador: “Destilan sobre los pastizales del desierto, y los collados se ciñen de alegría” (Salmo 65:12). La Palabra de Dios nos invita a unirnos a ella y alegrarnos con ella, a cantar alegres levantando la voz y aplaudiendo: “Cantad alegres al Señor, toda la tierra” (Salmo 95:1).

Como parte de esa creación, también nos alegramos: “En el Señor se gloriará mi alma; lo oirán los mansos, y se alegrarán” (Salmo 34:2); cantemos con júbilo a la roca de nuestra salvación” (Salmo 95:1).  Con Jesús siempre nace y renace la alegría,  somos liberados del pecado, la tristeza, el vacío interior y del aislamiento (cf. EG 1). San Pablo VI nos decía: “Nadie queda  excluido  de la alegría reportada por el Señor” (Exhort. apost. Gaudete in Domino 22).

El gran riesgo de nuestro tiempo, con su abrumadora oferta de consumo, es la tristeza individualista que brota de un corazón cómodo, donde no hay espacio para los demás, no se escucha a Dios, no se disfruta “la dulce alegría de su amor” (cf. EG 2).

“Cantad alegres a Dios, habitantes de toda la tierra” (Salmo 100:1). Se trata  de un asunto personal y familiar.

En nuestra casa común que es la naturaleza, herida y maltratada, vive  la familia humana o familia de la humanidad, un nivel más amplio de familia que también experimenta por dentro heridas que la desgarran y desunen.  Por eso, «el desafío urgente de proteger nuestra casa común incluye la preocupación de unir a toda la familia humana en la búsqueda de un desarrollo sostenible e integral» (LS 13).

Las mejores prácticas ecológicas requieren la cooperación de todos y cada uno de los miembros de la familia. El consumismo desmedido que nos afecta hoy, es causa importante de una contaminación de primer orden de la cual todos nos quejamos, sin meditar que cada uno de nosotros, se contamina individualmente, sin medir las consecuencias familiares, grupales y sociales que como entes o individuos  aportamos.

Cada año la ONU nos invita en el Día internacional de la familia, el 15 de mayo, a profundizar uno de los objetivos del desarrollo sostenible. Este año 2021 el tema es el objetivo nº. 13: “Acción por el clima, pone de foco a las familias y las políticas familiares para adoptar medidas urgentes para combatir el cambio climático y sus efectos”.

Nos invita la ONU a prestar atención, entre otras, a las siguientes metas:

  • Mejorar la educación, sensibilización y la capacidad humana e institucional para mitigar los efectos de este cambio climático.
  • Fortalecer la resiliencia y la capacidad de adaptación a los riesgos relacionados con el clima y los desastres naturales en los distintos países.Algunas tareas podrían ser: Consumir lo necesario, disfrutar el aire libre y nuestros espacios libres, nuestras plantas ornamentales, muchas o pocas. Mantener limpios y acogedores nuestros espacios en casa. Merecemos lugares limpios y donde nos encante estar. Utilizar lo necesario, a lo mejor poseemos cosas que otro sí las necesite.

En fin, lo que tenemos mantengámoslo de tal manera que nos sea útil y nos deleite; a la vez, haga sentir bien a otros. ¿Te apuntas? YO ME APUNTO, TE INVITO.

Nos queda de tarea  concretar  acciones para emprender como familia este reto, contagiando a nuestros vecinos a hacer lo mismo, así construiremos familias alegres en el amor cotidiano, disfrutando el espacio donde vivimos. Los vecinos también se sentirán bien; el Papa Francisco nos invita a ser buenos vecinos “el espíritu del vecindario, donde cada uno siente espontáneamente el deber de acompañar y ayudar al vecino (…) se viven las relaciones de cercanía con notas de gratuidad, solidaridad y reciprocidad, a partir del sentido de un “nosotros” barrial (FT nº. 152).

Para concluir, este mismo mes de mayo celebramos Pentecostés. Necesitamos el calor, el fuego del Espíritu para la transformación de las familias. Él trabaja en nosotros para llevar adelante nuestras tareas. Así lo han experimentado muchos orantes. En ellos late una vida diferente, su mirada ve más allá y esto también en nosotros se puede dar.

La primera tarea de los cristianos es mantener vivo el fuego que Jesús ha traído a la tierra, el AMOR. Sin el fuego del Espíritu, la tristeza suplanta  a la ALEGRÍA, la costumbre sustituye al amor. El servicio se transforma en esclavitud. El Espíritu Santo nos hace experimentar la ALEGRÍA conmovedora de ser amados por Dios (Catequesis Papa Francisco, 17-3-2021). Y quien se siente amado, ama y ama con alegría.

HNA. BERTA MARÍA PORRAS FALLAS, TC

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Biodiversidad

Origen del concepto de “biodiversidad” y su conmemoración el 22 de mayo

El cuidado de la creación, no obedece solamente a razones prácticas como compromiso con las generaciones futuras; las razones más profundas son de orden teológico. La creación es la obra del Espíritu Santo y no se puede destruir una obra, sin ofender a su autor (Raniero Cantalamessa. Ven Espíritu Creador)

El tema que hoy nos ocupa es la “Biodiversidad”, expresión que se origina en entornos científicos, pero rápidamente despierta el interés en campos filosóficos, sociales, políticos, económicos y religiosos, quienes se interesan por la conservación de la diversidad biológica, por el temor que causa la pérdida irreversible de los ambientes naturales, poniendo en peligro la base de la existencia humana.

La ONU busca soluciones y en la Conferencia Científica de Naciones Unidas de Nueva York (1949), trata el tema “Conservación y Utilización de los Recursos”, pero su interés se centra en la adecuación de los recursos naturales a las necesidades del desarrollo económico y social, sin ocuparse de su conservación. 

La primera cumbre por la tierra, se dio en la “Conferencia de Estocolmo sobre el medio humano” (1972). En ella se plantea la necesidad de preservar la tierra, la flora, la fauna y los ecosistemas naturales, evitando su agotamiento, con miras al beneficio de las generaciones presentes y futuras. En su declaración, enuncia los principios para la conservación del medio humano, formula recomendaciones para la acción medioambiental internacional y advierte a los gobiernos que deben tomar las medidas necesarias para el control de actividades que puedan provocar daños atmosféricos y sus repercusiones sobre el clima. Para el cumplimiento de su declaración, crea el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente PNUMA, mayor autoridad ambiental a nivel mundial.

El concepto de biodiversidad es el resultado de varios estudios realizados por Thomas Lovejoy (1980), Presidente del Centro de Biodiversidad del Amazonas, profesor universitario y miembro principal de la Fundación de Naciones Unidas, y Norse y McManus (1996), en los que emplean la expresión “diversidad biológica”, al referirse a la variedad de especies, incluyendo la diversidad genética y ecosistémica. Siendo Walter G. Rosen (1985), quien, por primera vez emplea la expresión “biodiversidad” en el Foro Nacional sobre Diversidad Biológica, celebrado en Washington, para hablar de la variedad de la vida en la tierra, a todos  los niveles, desde la genética hasta los diferentes biomas. Expresión que se hace popular en las memorias del evento, publicadas por Edward O. Wilson, profesor de la Universidad de Harvard.

Sobre estos estudios, se apoya la Convención de la Diversidad Biológica, Río (1992).  Estudia los problemas de producción de materiales tóxicos y contaminantes, el agua potable y la producción de energías limpias. Sintetiza el concepto de “Diversidad Biológica” como la variabilidad de organismos vivos de cualquier fuente, incluidos los ecosistemas terrestres y marinos y otros ecosistemas acuáticos y los complejos ecológicos de los que forman parte. Uno de los mayores logros de la convención es el Convenio sobre la Diversidad Biológica, que consigue que el tema de la biodiversidad haga parte de las agendas políticas de los países firmantes, no solo en lo referente al desarrollo, sino en el cuidado ambiental, teniendo en cuenta que el futuro de la biodiversidad depende tanto de los procesos biológicos, como de los procesos socioculturales. Este Convenio es un tratado internacional jurídicamente vinculante, cuyo texto fue aprobado el 22 de mayo de 1992.

Por otra parte, la Cumbre del Milenio, se reúne en septiembre del año 2000, en la sede de la ONU en Nueva York, para aprobar la Declaración del milenio y sus ocho objetivos para trabajar hasta el año 2015 como valores de la ONU: la paz, la seguridad y el desarme; la erradicación de la pobreza; la protección del entorno común; los derechos humanos; la democracia y el buen gobierno; la protección de las personas vulnerables; la atención a las necesidades de África y el fortalecimiento de la ONU.

En esta cumbre, la Organización de las Naciones Unidas el 20 de diciembre de 2000, para conmemorar el día en que se aprobó el Convenio sobre la Diversidad Biológica, declara el día 22 de mayo, Día Mundial de la Biodiversidad, con el propósito de difundir el significado y el valor de la diversidad biológica (especies y ecosistemas) en la vida humana. Fecha señalada como oportunidad para sensibilizar a los gobiernos, los medios de comunicación y el público en general, sobre problemas de interés común, que están aún sin resolver y que precisan la puesta en marcha de medidas políticas concretas.

Muchos son los logros alcanzados por el Convenio de la Diversidad Biológica, en las diferentes cumbres: en Nagoya (2015), el Plan Estratégico para el Decenio 2011-2020, en Cancún (2016) el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente y en Kunming (2021) , la Cumbre de la adaptación climática y sus esfuerzos  para acabar con el COVID 19.

Aún quedan deudas pendientes con el planeta, ya que si se daña el ecosistema, este no puede ofrecer el bienestar esperado y aparecen epidemias zoonóticas, relacionadas con enfermedades del ecosistema. La biodiversidad está en peligro y es compromiso de todos protegerla, haciendo uso consciente de sus recursos, generando medidas de protección, pues de ella se reciben a diario innumerables beneficios, con frecuencia, desapercibidos. Por ejemplo:

Las abejas y los colibrís polinizan el planeta: siembra plantas que produzcan flores para que se alimenten. Los bosques regulan la temperatura y las plantas generan oxígeno: siembra árboles, te generarán oxígeno y tu entorno será más fresco. Los arrecifes albergan la cuarta parte de las especies marinas, protegen las costas de las olas, de las tormentas y los tsunamis: cuida las costas y las playas, evita productos desechables, nada de icopor o plástico. Los manglares capturan el dióxido de carbono: protégelos si tienes el privilegio de vivir cerca de ellos.  Muchas gracias.

 

HNA. LIGIA INÉS PÉREZ ARANGO, TC

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11 de Mayo: Hacer memoria y renovar la vida

El 11 de mayo de 1885 en el Santuario “Nuestra Señora de Montiel” (Valencia-España), un pequeño grupo de mujeres se comprometía a vivir la Forma de vida plasmada por el joven capuchino, Padre Luis de Massamagrell y, así, nacía en la Iglesia la Familia religiosa de las Hermanas Terciarias Capuchinas de la Sagrada Familia.

Desde entonces, en esta fecha y cada año, las Hermanas hacemos memoria de este acontecimiento y lo celebramos con gozo porque lo que ocurrió en ese día, se ha propagado en el tiempo.

La fundación de una Congregación religiosa es algo parecido al nacimiento de un niño que requiere una paciente espera y cuidado por parte de quien le dará a luz y, en realidad, sabemos muy bien cómo el Padre Luis Amigó preparó este momento, no tanto siguiendo sus sueños y proyectos personales, sino manteniéndose atento a los signos que el Señor le enviaba en la cotidianidad de su ministerio que discernía en la oración. 

Celebrar el 11 de mayo, es como celebrar un cumpleaños que une a todas las Hermanas, pero no puede quedarse solo en una fiesta en la que recordamos con emoción los comienzos de nuestra historia y agradecemos al Señor lo que hemos vivido y los testimonios de vida que la historia congregacional nos ha dejado, sino un momento en que reafirmamos nuestro compromiso personal y comunitario para que esta historia continúe y las Hermanas sigamos recorriendo los caminos del mundo, reflejando fielmente con nuestra vida la luz del Carisma recibido del Padre Luis Amigó.

Indudablemente, la renovación comunitaria de la Profesión religiosa que hacemos en este día, expresa nuestro empeño de fidelidad a nuestro compromiso pero, a la vez, nos exige “renovarnos”. El tiempo y nuestras vidas siguen su curso, presentándonos continuamente nuevos retos, por lo que renovar nuestros Votos, no significa únicamente reafirmar lo que prometimos hace unos años, sino comprometernos a dar un nuevo sentido a nuestra respuesta vocacional y hacerlo desde la experiencia vivida, sabiendo que Aquel que un día nos llamó, no retractará su promesa (cf. 2Pe 3,9) y, como el Resucitado, estará con nosotras en los momentos de luz y en aquellos de oscuridad, sosteniéndonos en el camino y dando paz a nuestro corazón.  

Las Florecillas cuentan que, durante el Capítulo de las Esteras, el hermano Francesco se dirigió a más de cinco mil frailes allá reunidos y les dijo: “Hijos míos, grandes cosas hemos prometido, pero mucho mayores son las que Dios nos ha prometido a nosotros; mantengamos lo que nosotros hemos prometido y esperemos con certeza lo que Él nos ha prometido” (cf. Flor. XVIII). Que estas palabras del seráfico Padre san Francisco aporten un toque más de alegría y esperanza a nuestra fiesta y la bendición del Padre Luis, humilde protagonista de aquel 11 de mayo en Montiel, siga acompañando nuestro camino personal y como fraternidad de Hermanas Terciarias Capuchinas de la Sagrada Familia.

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Día de la madre

A lo largo del mes de mayo, se celebra en muchos países del mundo la fiesta de la madre. El origen de esta fiesta se remonta a un pasado lejano, encontrando ya en la historia de antiguas civilizaciones paganas y monoteístas, signos de fiestas en honor de la madre. Es significativo que en la mayoría de los lugares esta fiesta se celebre en este mes en el cual, en el hemisferio norte del planeta, coincide con el culmen de la primavera cuando, después del invierno largo y frío, brota en la tierra la vida nueva, revistiéndose los árboles y jardines de belleza, con la variedad colorida de las flores y de los primeros frutos.

La fiesta de la madre, que en los lugares de tradición católica se asocia también al mes de María, la Madre por excelencia, reaviva en cada uno sentimientos de afecto y gratitud por la mujer que nos engendró a la vida y nos ha cuidado con amor e indudable sacrificio. La madre juega un papel importante en el proceso de crecimiento del niño y aun cuando éste haya alcanzado plena autonomía personal, ella sigue siendo para él un importante punto de referencia.   

Cada cultura infunde en las personas amor y sumo respeto hacia la madre y la misma Palabra de Dios contiene una gran riqueza de textos que invitan a cultivar estas actitudes hacia ella. “Honra a tu padre y a tu madre, para que vivas una larga vida en la tierra que te da el Señor tu Dios” (Ex 20,12), es un mandamiento del Decálogo que, como tal, orienta la vida social y religiosa del pueblo de Israel y es el único que conlleva una recompensa; hay otros textos que exhortan a observar la enseñanza de los padres (cf. Prov. 6,20), a obedecerles (cf. Ef 6,1-2) y a procurar que nunca les falte el cuidado que merecen (cf. 1Tim 5,4.8).

Pero, quizá, los más entrañables textos bíblicos que hablan de la madre son los que la presentan como el reflejo del mismo Dios: “¿acaso una madre olvida o deja de amar a su propio hijo? Pues aunque ella lo olvide, yo no te olvidaré” (Is 49,15).  

La fiesta de la madre trae a nuestro corazón mil recuerdos llenos de cariño, gratitud y quizá nostalgia para quienes ya la tienen en el cielo. Que este día en honor a las madres, reavive también la certeza del amor de Dios al que siempre llamamos “padre” pero cuya ternura y amor entrañable es como el de una “madre”. 

El Día de la Madre es el momento idóneo para darle las gracias a tu madre por todos los esfuerzos que ha hecho a lo largo de su vida. Solo por ti y por los tuyos. ¡Qué bonito! Aquí dejamos un hermoso poema que nos puede servir, aunque el mejor poema es el que  brota del corazón de cada hijo e hija. ¡Felicitaciones a todas las madres!

 

 

¡Madre tú eres la mejor!

Madre, tú eres la dulzura,

tus manos son la ternura,

que nos brinda protección.

Es la sonrisa tu esencia,

que marca la diferencia

al entregarnos amor.

Nos entibia tu mirada

y la paciencia es tu aliada,

esforzada en tu labor.

¡Tantas noches de desvelo!

tanta lágrima y pañuelo,

¡para darnos lo mejor!

Tantas horas dedicadas

con sonrisas dibujadas

para hamacar mi soñar.

Entre besos, entre abrazos

fuiste creando los lazos

porque tú eres ejemplar.   

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Ramadán y tiempo pascual: camino conjunto como portadores de esperanza

El 13 de abril, para los musulmanes, empezó el mes sagrado del Ramadán, que terminará el 12 de mayo con la el Id al Fitr,  la segunda grande fiesta de la religión islámica. Ramadán es el nombre del noveno mes del año del calendario lunar musulmán durante el cual, según la tradición islámica, Mahoma recibió la revelación del Corán. 

En el espíritu de fraternidad que está soplando por el mundo y que el Papa Francisco ha reavivado con la Encíclica “Fratelli tutti”, la comunidad cristiana ha querido unirse espiritualmente a los seguidores de Mahoma y, a través del  Consejo Pontificio para el Diálogo Interreligioso, ha enviado «fraternales buenos deseos» a los «queridos hermanos y hermanas” en Abraham, el padre común en la fe.

Los musulmanes viven el Ramadán como un tiempo de  búsqueda y encuentro con Dios a través de la oración, el sacrificio del ayuno y la limosna en favor de los más pobres y esto va en sintonía con el espíritu del tiempo de Cuaresma que, para los cristianos, es el tiempo fuerte de conversión.

Como miembros de la Iglesia y aún más como hermanas franciscanas, estamos invitadas a acercarnos a nuestros hermanos musulmanes y orar para que su empeño religioso contribuya a promover y fortalecer en el mundo la paz y la fraternidad. La historia franciscana deja constancia de que, en una época de gran tensión entre cristianos y musulmanes, de la que las Cruzadas eran una de las más violentas expresiones, Francisco de Asís quiso acercarse a los seguidores de Mahoma con actitud dialogante y sincera y, presentándose humildemente al Sultán como  un enviado  de Dios, causó en él un fuerte impacto y se ganó inmediatamente su veneración y estima. Las fuentes biográficas, al relatar este hecho, subrayan que el Sultán percibió el fervor de espíritu y la santidad del hermano Francisco que no tuvo palabra alguna de desprecio para la persona de Mahoma ni para el Corán y tuvo respeto a las personas, reconociendo en todo la acción de Dios (cf. LM IX, 8).

El Ramadán, tiempo de conversión y la Cincuentena pascual, tiempo de gozo y esperanza por la Resurrección del Señor, son tiempos propicios que convocan a los fieles de estas dos grandes religiones a volver a Dios y a los hermanos y a ser mensajeros de paz y esperanza.  El mensaje del Consejo Pontificio para el Diálogo Interreligioso, haciendo referencia al momento histórico que todos vivimos “en la misma barca”, remando juntos en la tempestad, retoma esta idea afirmando que «durante estos largos meses de sufrimiento, angustia y dolor”, se ha percibido «la necesidad de la asistencia divina y de expresiones y gestos de solidaridad fraterna» y que «nosotros, cristianos y musulmanes, estamos llamados a ser portadores de esperanza para la vida presente y futura, y testigos, constructores y reparadores de esta esperanza, especialmente para aquellos que experimentan dificultades y desesperación”. Como factores adversos a la esperanza, el Mensaje menciona la falta de fe en el amor, la pérdida de confianza en nuestros hermanos, el pesimismo, la desesperación y la presunción, y retomando las palabras del Papa Francisco en «Fratelli tutti» recuerda, que la esperanza, es «una realidad que hunde sus raíces en lo más profundo del ser humano, independientemente de las circunstancias concretas y de los condicionamientos históricos en los que vive … es un anhelo de plenitud que llena el corazón y eleva el espíritu hacia las cosas grandes, como la verdad, la bondad y la belleza, la justicia y el amor».

Con la alegría y la fe en el Resucitado, nos unimos a nuestros hermanos musulmanes que hacen el Ramadán,  pidiendo al único Dios en quien creemos que nos ayude a abrirnos al Padre de todos, para fortalecer nuestra llamada a la fraternidad y vivir en paz entre nosotros (cf. FT 272).